Tarde como siempre, me pongo a explicar cómo me fueron los días que aproveché de la semana blanca. Entre varios ruteros se expuso la idea de realizar un encuentro en tierras italianas, aprovechando los carnavales de Venezia. No hubo mucha suerte en el sentido de que se apuntara mucha gente, pero a mí me bastó para disfrutarlo al máximo.
La cosa es que Chelo se encargó de buscar el alojamiento y, cada uno por su parte, ya que íbamos por separado y nos encontraríamos allí, nos dispusimos a buscar el transporte. Además teníamos la suerte de que Aitor se encuentra de Erasmus en Milán, así que aprovechamos para alargar el viaje y visitar también esa ciudad.
A mí me fue de perlas. Venecia para carnavales tiende a ser muy cara si no reservas los vuelos con antelación, por lo que tomé mi vuelo hacia Milán. Luego cogeríamos un tren hacía la ciudad de los canales y volveríamos a Milán a estar unos días para luego volvernos a casa. Vamos, un plan perfecto.
La única cosa negativa que le encontraba era que iba a viajar sola. Y, bueno, soy muy temerosa para estas cosas. A la vez que temeraria. Y claro, temeraria-temerosa me dirigí al aeropuerto para tomar por primera vez en mi vida un vuelo sin acompañante. La compañía elegida esta vez fue Vueling, que gracias al Carnet Jove me ofrecía la oportunidad de ir bien de precio. El vuelo estaba lleno de empresarios y fue bastante cómodo a pesar de las estrecheces y de que el vecino de delante se creyera que estaba en una tumbona de playa y sin nadie detrás –‘Me va a chafar’-.
La llegada fue buena ya que sabía bastante bien los pasos a seguir y, bueno, es Italia, por suerte me podía defender con más tranquilidad que si hubiera visitado Hungría. Me dirigí a comprar mi billete de autobús para dirigirme a la ciudad. El aeropuerto de Malpensa (menudo nombre para un aeropuerto) está aproximadamente a una hora de la estación de trenes de Milán. Me costó 12€ comprando el billete de ida y vuelta (Malpensa Shuttle)
El trayecto fue tranquilo y hace aproximadamente tres paradas. La otra terminal del aeropuerto, la feria de Milán –que paró dos veces, en distinto lugar, pero seguía llamándose así- y la última que era la estación. Pasé mucho calor allí dentro y tardó algo más de la hora porque el conductor al parecer era bastante cauteloso.
Y al llegar tuve el primer ‘problema’ de Italia: encontrar un lavabo. Entré en la estación, que no conocía para nada y tenía las puertas en la quinta leche porque por lo visto nos encontrábamos en uno de los laterales –por no decir detrás de la estación-, una vez conseguí entrar tuve que irme hacia la otra punta –y encima cargada que iba- y cuando al fin llego al lavabo veo que éste tiene entradas tipo metro, para pagar por usarlo. Me niego. Y encima había cola.
Por suerte aquí ya contacté con Aitor, que había llegado a la estación también. Quedamos y me llevó a recuperar fuerzas fuera de la estación y con lavabos de no-pago. Estuvimos charlando –teníamos mucho que hablar, desde que habíamos estado en Costa Rica que no nos veíamos y, por mucho que digan, facebook no es lo mismo- mientras esperábamos la llegada de Blanca y Álvaro, que venían desde Sevilla. Ya nos encontramos de nuevo en la estación, listos para comprar los billetes para ir de cabeza a Venecia. Los billetes cuestan casi 15€/ida y, en este caso, haríamos stop en Verona para un cambio de tren.
Los trenes… viajar en tren es genial. Tiene sus incomodidades, su posibilidad de viajar de pie, su movimiento y sus trenes viejos si tienes mala suerte. Pero si tienes buena es una pasada. Poder ver el paisaje, moverte con tranquilidad y, lo mejor, conocer gente. Si hay algo que me llama de hacer el Interrail, es esto, poder conocer a gente con aspiraciones viajeras como las mías. En nuestro caso se nos acercó un chico austríaco que hablaba bastante bien el español –y lo mezclaba con italiano, un crack-. Yo tenía sueño –muchos lo recordarán- pero él consiguió hacer que no pudiera dormir durante todo el trayecto. Cuántas risas y cuántas cosas pudimos llegar a compartir en tan poco rato. Se me hizo súper ameno el trayecto (y eso que en total fueron como tres horas, creo recordar).
Al llegar a Venecia ya estaba atardeciendo, pero allí nos esperaba Chelo –la cual se estaba pegando un gran viaje por Italia y Alemania ella solita-. Muy animados llegamos a una Venecia aún más animada y llena de disfraces. Había estado antes en esa ciudad, pero se le notaba un ambiente distinto: el ambiente festivo. La suma de componentes ha conseguido hacer que Venecia para mí sea aún más impresionante. Y eso que llegué de noche, que no se valoran tanto las cosas –además de que la ciudad no está demasiado iluminada-.
Tomamos un Vaporetto –que es carito, un viaje sólo ya cuesta 6’5€- camino a la isla de la Giudecca, donde nos alojaríamos las dos noches que estaríamos. Echaba de menos encontrarme en la parte trasera de un vaporetto, observando el agua, el movimiento de barcos y los edificios que se encuentran pegadísimos al canal.
El hostal, único en Venecia, me daba un poco de miedo. Había oído hablar de estos hostales como algo bastante bueno para gente que no quiere gastar mucho o mochileros como nosotros, pero yo tiendo a viajar yendo a hoteles u otros sitios que, aunque de menor categoría, no te ‘obligan’ a compartir habitación con nadie que no conozcas. Eso sí, había estado mirando fotos de su página web antes de ir y, la verdad, tenía una pintaza estupenda: vistas a la plaza de San Marcos, a dos paradas del centro –de Vaporetto- e historia, ya que es un antiguo almacén de trigo.
Llegamos ya cansados de cargar las mochilas y nos dieron nuestras llaves para las taquillas de nuestra habitación mixta. La primera impresión que me dio el albergue, aparte de lo que ya he comentado del sitio, es el de una casa de colonias. Había mucha gente en la sala común, charlando, bebiendo, utilizando sus ordenadores… el ambiente era bueno. Y el de arriba también ya que nada más decidir dónde dormiríamos Chelo ya les estaba cantando el himno de Galicia a dos de los que compartirían habitación con nosotros.
Nos preparamos y salimos de nuevo, dispuestos a ir al centro a cenar. Aitor conocía un sitio con unas pizzas buenísimas –sí, qué raro, ¡pizzas en Italia!- y… no nos engañó. Eran y estaban tremendas. Si alguien va algún día a Venecia que me lo diga, que os daré la dirección de la pizzería. Eso sí, había que comer en la calle, una placita con bastante encanto y llena de gente disfrazada.
Hay algo que mucha gente me ha preguntado sobre los disfraces de Venecia. Sí, hay muchos trajes estupendos y envidiables, que son los que nos venden las guías de viaje y las páginas de turismo –y los que os venderé yo en este blog con bastante posibilidad-, pero si alguien tiene un disfraz normalito y quiere ponérselo allí… no le van a decir nada. Es un carnaval como otro cualquiera, solo que sumándole el encanto del lugar y de ‘esos’ trajes que ALGUNOS llevan. Nuestra aventura con los disfraces empezó al día siguiente. Si nosotros pudimos hacer eso sin que nos pegaran, cualquiera puede disfrazarse de lo que quiera ;)
Aquí acaba el escrito de hoy~~ pronto escribiré sobre el segundo día~
E quando arribi a casa… NESCAFFÉ CAPUCCINO!! –Hay que añadir cierto gesto con la mano-
Joer, menudo movimiento de trenes y tal xD No veas. Aunque ir a Venecia para carnavales debe haber sido impresionante, así que te envidio xDDD
ResponderEliminarSeguiré pendiente de la crónica òwob
Yo tambien quiero ir contigo D:
ResponderEliminarMe das envidia T_T
Me parece bastante curioso que a diferencia de conmigo, yo todos los viajes los hago sola XD... y cuando voy acompañada me siento un poco incómoda porque suelo irme escuchando música o leyendo y la plática no me sienta bien o.o
ResponderEliminarCuestión de costumbre xD
Uh~~ Espero que pronto postees lo demás *-*... p-pizza :'D~~
@miruchan
ResponderEliminarLa verdad es que sí, que el primer día fue bastante movidito entre avión, bus, tren y vaporetto. Pero mereció muchísimo la pena en cuanto a tema económico y disfrute ♥
Ooooook :)
@znake
uouo!! Primer comentario tuyo por aquí, no??? Pues ya sabes, a otro viaje te apuntas ;) Y...bueno, ya pongo en el inicio que no pretendo dar envidia D: así que espero que sea de la sana en todo caso (?)
@candypyon
También es la primera vez que comentas (creo) :) ¡Bienvenida! Pues bueno, realmente viajar sola tiene su cosa -ya se verá en las crónicas de Milán- pero ir acompañada es genial también. La verdad es que me llevé el Ipod y no escuché música en ningún momento, disfruto mil hasta del silencio de los sitios xDD y... un libro no me cabía en el equipaje :'D
Postearé, postearé!! ♥