sábado, 18 de diciembre de 2010

Praga [4o día]

No creo que haga falta decir que desayunamos… bueno, ya lo he dicho. Ese día decidimos dedicarlo en parte a visitar el Castillo de Praga y sus cosas.

Como el día anterior nos habíamos dejado la iglesia de San Nicolás –la que visitamos la torre pero la iglesia no- nos acercamos pero oh! Cuidado!. Sólo puedes entrar si:

1- Pagas.
2- Pagas para un concierto.
3- De 8.30 a 9.00am, si vas a rezar.

Podéis marcar la opción que escogimos. Sólo deciros que… ése día no la vimos. Me parece muy feo que para entrar en una iglesia te hagan pagar, es una barbaridad… ¿habéis visto el horario para “rezar”? ¡Media hora! *resopla*

Total, que nuestro carácter creado por la crisis nos hizo huir del lugar... dirección al castillo. Cuando íbamos a tomar la calle Nerudova nos encontramos con una tienda original, totalmente dedicada a la música clásica. Había lápices, libretitas, CD, corbatas… todo lo posible para sacar dinero, lo sé. Y lo malo es que era algo cara, así que acabé sin comprar nada. Y entonces es cuando, mientras grababa, mi madre llamó mi atención. Giré la cámara y ¡zas! Me topé con Massiel. Resulta que mi madre iba a preguntarle una cosa y Massiel a ella también. Y nada, que la reconoció. La mujer se quedó con una cara súper cortada y se puede decir que le faltó poco para salir corriendo, así que no hay foto que lo atestigüe. (video si xD con mi gran “hola” como saludo)

Tras esta anécdota, con la que nos reímos mucho, fuimos subiendo la calle Nerudova, determinada por el barroco culminante. Y esto lo copio tal cual de una guía: “Es muy famosa por sus emblemas y escudos ornamentales de casa- La casa de los Dos Soles, la casa de la Copa de Oro, La casa de los Tres Violines, La casa de la Herradura de Oro, la casa de la Corona de Oro y por sus construcciones de palacio- el Palacio Morzinský y Thun-Hohenstejnský”. Vamos, que lo que diga la guía, pero es una calle digna de ver. (y de aplaudirte cuando llegas arriba).

E, igual que el día anterior, las doce del mediodía. Entonces, ya llegando al patio de entrada, empezaron a sonar tambores y trompetas. Aceleré el paso intuyendo que se trataba del cambio de guardia. Y así era. Así que… ¿los domingos? Bueno, era domingo, realmente fue casualidad que los viera. Así que no sé exactamente si lo hacen siempre los domingos o si lo hacen cada día… en fin.

Tras el “espectáculo” se abrieron las puertas de nuevo. Algunos entramos y otros se quedaron haciéndose fotos con los pobres chicos. A mí me da pena que los usen para hacerse fotos con ellos, yo no lo hago por respeto a que no pueden hablar contigo. Podrían no querer salir en las fotos, no tienen ningún derecho sobre su propia imagen, pobrecitos. xD Eso sí, fotos de ellos solos tengo muchas. Pero fotos posando al lado… no.

Dejando el detalle nos topamos con una nueva cola =W= Esta vez para la entrada a los diversos sitios que componen el conjunto del castillo y su muralla, de hecho el más extenso del mundo, un símbolo para la ciudad. Nos cogimos las correspondientes audioguías que, confirmado, las odio muy-mucho. Tanto que acabé optando por no usarlas. Por suerte solo habíamos cogido dos y yo se la di a mi hermano que al parecer le cogió el gusto.

La primera visita fue a la Catedral de San Vito. Es enorme. Tiene unas vidrieras guapísimas y…buf, no, es que es indescriptible. Algo que me gustó mucho, y que no sabía que estaba ahí hasta que me topé con ella, fue la vidriera diseñada por Alfons Mucha. Me quedé parada largo rato ahí, frente a los colores de la vidriera, escudriñando cada imagen. Cuando estuve en el museo pude ver bocetos de ella. No sé la de rato que nos tiramos en su interior… pero creo que fue mucho xD

Luego vimos el Antiguo palacio real. Allí hubo una serie de sucesos que acabaron con la muerte de 27 nobles checos, ejecutados en la plaza de la ciudad vieja –donde estuvimos el segundo día-. En la plaza hay unas piedras con los nombres de los nobles en su recuerdo. Curiosidades como el origen del término “defenestración” vienen de aquí.

Después está la Basílica de San Jorge, que guarda en su interior la tumba del príncipe Vratislav I y una cripta románica. Aquí dentro fue la primera vez que vi un cartelito extraño de color verde. Al principio interpreté que solo permitían hacer fotos a aquéllos que justificaran que era para algo oficial –guía, revista, periódico, lo que fuera-. Ilusa de mí, claro, porque lo que realmente quería decir era que si pagabas… 30 coronas más te daban un permiso para hacer fotos. Vamos, yo tengo fotos y… estoy en crisis, con eso lo digo todo. Si quieren timar a alguien, que lo intenten con otro.

Y luego pequeña pateada por allí hasta la Callejuela de Oro. Es una cucada, todo lleno de pequeñas casitas de colores. Ahora hay tiendas de souvenirs, una exposición de armaduras y armas medievales… pero antes fueron casas de orfebres. Franz Kafka pasó un tiempo de su vida en una de aquellas casitas (nº22), pone su nombre en la fachada y la tienda de su interior –creo recordar, además de que sería lo lógico- estaba repleta de libros y cosas de él.

Las torres que conforman la muralla son también visitables. Una de ellas es la Torre Daliborka. Tenía una especie de foso, con ejemplificaciones de material de tortura. Algo llamativo para el que la visita pero si lo piensas bien es bastante desagradable.

Como llevábamos mucho caminado llegamos a una plaza con un pequeño bar self-service, donde descansamos un poco. Luego se nos acercó un chico italiano a preguntarnos una cosa sobre un festival de Shakespeare. No teníamos ni idea, así que no pudimos ayudarlo. Pero al parecer cada año la plaza recibe el festival, con obras de teatro al aire libre (había montado un escenario).

El horario para devolver la guía se nos estaba pasando por lo que volamos para ir a devolverlas. Tras dejar el peso fuimos a un último sitio del castillo, la pinacoteca. Había cuadros mayormente italianos. No estuvo mal. La mujer que se encargaba de controlar quién entraba y salía nos dijo que dejáramos las cosas en unas taquillas con la excusa de que “para los turistas cualquier cosa es souvenir”. Vamos, que lo hacía en previsión a posible robo xD

Cuando por fin salimos del Castillo –si, por fin, es que hubo un momento en el que pensé que tendría que ponerme en el suelo a dormir, es enorme- decidimos hacer caso de un mapa que teníamos, que ponía que El Loreto quedaba a 5 minutos. Yo no sé cómo calculan los minutos en Praga, pero yo anduve más de cinco… y empezaba a hacer un poco de fresco. Pero nada, una chaquetita y p’alante. Detalle el de un restaurante que vimos, que tenían mantitas para aquél que decidiera comer en la terraza.

Llegamos a la iglesia, y la encontramos cerrada. Intentamos descifrar el porqué, pero no hubo manera. Entonces vimos que un hombre se acercaba a la puerta y fuimos a preguntarle. Simplemente nos dijo que abrirían para misa, y faltaba aproximadamente una hora. Esa hora la dedicamos a comer, platos típicos de allí, que ya tocaban.

Puede que en las fotos no parezca ser lo mejor del mundo, pero esas carnes y salsas –que son el típico menú de cualquier sitio- están riquísimas. Me da pena no recordar los nombres, arg. Los trocitos de pan se llaman Knedlíky. Cuando terminamos fuimos a probar suerte de nuevo. Pero nada. Era como si nos hubieran mentido, no abrían las puertas. Les faltaba poco para ladrarnos por acercarnos a la puerta. Vamos, increíble. Ya no tiene ningún sentido que cierren una iglesia, que pagues tampoco, pero que no te dejen entrar sin explicación alguna… no sé, no lo entiendo. Entonces bromeamos sobre que al parecer la Custodia de Diamantes –que está decorada con 6222 diamantes- está de lo más protegida. Nos quedamos con ganas de verlo… una lástima. Total, que después del “disgusto” volvimos sobre nuestros pasos por calles nuevas y, otra vez, la calle Nerudova. Bajamos y llegamos de nuevo a la zona del hotel, donde había una nueva torre que visitar. Aprovechamos la noche para ver vistas distintas a las que ya habíamos tenido, una pena no haber llevado un trípode.


La elegida fue la Torre del Puente de la Ciudad Pequeña. Si se ve el mapa de Praga con el norte hacia arriba –yey- es la torre que queda en el lado izquierdo del puente Carlos IV. Seguramente fue construida siguiendo el modelo de la otra torre, proviniendo de la mitad del siglo XV. Posiblemente antes ya había una torre, destruida por las guerras de los husitas. Tiene unas escaleras bastante empinadas y su exposición interior se basa en el puente y en la misma torre.

Ahora que lo pienso, no he dicho gran cosa del puente. Resulta que en 1342 el río se llevó por delante el puente de Judit, nombrado así por la esposa del rey Vladislao I –el de la tumba del castillo de Praga-. Carlos IV reinaba en ese entonces así que en 1357 –como ya dije con la torre de la Ciudad Vieja- empezó a construirse el puente gótico. El decorado mayormente es barroco, aunque las treinta estatuas tienen estilos escultóricos muy variados. Como dato interesante debo decir que el puente fue el único de Praga hasta el siglo XIX.

Había oído hablar sobre el Muro de Lennon a pesar de realmente no saber qué habría allí –excepto pintadas xD-. La mujer que nos atendió en la misma torre nos explicó cómo ir. Estábamos cerca pero al ser en una plaza interior no sabíamos ubicarlo. Se trata de Velkoprevorské námêstí, difícil de pronunciar sin duda (la primera “r” tiene la “v” pequeña encima también, yo no puedo ponérsela, lo cual la convierte en algo así como la “ll” argentina. Intentadlo xD)

Pues nada, el muro representa ya desde principios de los años ochenta del siglo XX el símbolo de la independencia del movimiento cívico democrático de la Checoslovaquia de aquél entonces. El primer autor –años setenta- fue el poeta Jan Badalec. Es curioso porque los primeros graffitis que se hicieron eran poemas, aforismos y réplicas filosóficas, cuando ahora lo que mayormente se ve son firmas, nombres y “yo estuve aquí” o “I love Mikel”. Una pena tapar la historia de manera tan simple, pinta otra pared si gustas anda. Antiguamente se le conocía como “El muro de los lamentos”.

Y entonces murió John Lennon. En diciembre de 1980 empezaron a ir grupos de jóvenes a cantar sus canciones, etc, y apareció la inscripción “por John Lennon”.

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